Somos Unicos! Print E-mail
Después de tocar las tres razas principales de vaquería de Norteamérica esto nos trae a otra gran raza vaquera de Sudamérica, el Criollo de las Américas. A diferencia de las razas reseras de USA, el criollo tiene una trayectoria más larga en la vaquería debido al historial mucho más antiguo en la ganadería a campo abierto. Si bien su selección fue en gran parte la supervivencia del más fuerte en la crianza libre de caballos baguales y cimarrones, eventualmente en el siglo XIX empieza a haber una producción equina más especializada en objetivos de función.

 



Desgraciadamente entre 1630 y 1654 entra en Brasil la influencia de colonos holandeses que trajeron caballos del norte de Europa con propósitos, características y colores distintos a los que usualmente representaba el caballo de origen Ibérico. Las grandes extensiones de planicies que unían a los territorios vaqueros del este de Los Andes hicieron que la genética nueva que entraba en cualquier sector, se propagara rápidamente con y sin ayuda del hombre a través de la costa atlántica de Sudamérica. En 1842 nuevamente hubo una influencia danesa/holandesa cuando un general brigadier de Inglaterra lleva a Sao Paulo una manada de caballos tobianos, que por su apetecido colorido también distribuye ampliamente la genética del norte de Europa en el resto del lado oriental del continente.

 



En 1806 el primer caballo FSI entra en la Argentina y rápidamente esta raza obtiene una gran popularidad en estas tierras. La época se prestaba para un mayor reconocimiento de todo lo cultural de Europa debido a los grandes capitales argentinos que se estaban acumulando en las agroindustrias de los lanares y los cereales. Este gran poder adquisitivo hizo que Argentina tomara una posición muy adelantada en Sudamérica en cuanto a la cantidad y calidad de FSI que importaron. Además, este ímpetu en traer sangres europeas a América llenó el país de razas como el caballo de carruaje, el Cleveland Bay, y las razas de tiro pesado como son los Percherones,  Clydesdales y el Suffolk Punches. El resultado fue que una mayoría de los caballos del país se mestizaron, a tal grado que el caballo de la pampa se caracterizó por su cabeza burda, peso y estatura incrementada, anca caída y poca cola. Mucha gente de campo de esa época buscaba un caballo de múltiple propósito, de silla y carruaje, y minoritariamente una selección para caballo especializado de silla y, mucho menos, para vaquería.

 



Cuando el registro del Caballo Criollo se inicia en 1921, se trató de definir un tipo de caballo que representara la raza. Estuvo más que claro que la mayoría de los caballos eran del tipo “Africano”, que arriba he descrito como caballos de la pampa o gauchescos. Pero dentro de la asociación de criadores se originó una fuerte discrepancia  entre sus dos bandos fundadores. Los seguidores del Sr. Enrique C. Crotto querían seguir con un tipo de animal más representativo del caballo nativo, los cuales componían la mayoría de la población caballar de su país. Incluso, promovían una mayor estatura teniendo muchos ejemplares ganadores de los grandes premios de Palermo con estaturas que se acercaban a 1.60m.  Por otro lado, su oponente era el Dr. Emilio Solanet, un veterinario de ascendencia catalana, gran admirador del Caballo Chileno. El Dr. Solanet quiso que la dirección de la asociación de criadores de Criollos imitara los estándares que tan claramente ya habían sido definidos formalmente en Chile posterior a una larga trayectoria de caballos vaqueros de este tipo.

 



Para sintetizar lo que eventualmente sucedió, después de 13 años de choque frontal de las contrapartes dentro de los criadores Criollos, se definió un estándar de raza que dio preferencia al tipo “asiático” que buscaba el Dr. Solanet y sus seguidores. El problema que existía era que la mayoría de los caballos registrados no tenían este tipo que artificialmente esperaban crear como “representante” del caballo nativo del país. Solucionaron el problema mediante la reinspección del inventario de caballos registrados en la asociación, eliminando aquellos que no representaban el criterio de la nueva directiva. El resultado de esta medida en 1938 fue que el 70% de los caballos fueron eliminados del registro Argentino.

 



Pasaron otros veinte años para obtener una mejor definición del fenotipo del país, lo cual fue apoyado por doce distintos jueces chilenos que participaron en los grandes eventos morfológicos del país entre los años 1952-1963.  Debido a la admiración que existía por la raza del Caballo Chileno, desde que Dr. Solanet visitara por primera vez exposiciones chilenas en 1920, el registro argentino empezó a contabilizar los Caballos Chilenos en Argentina desde 1929. Diez años después, cualquier Caballo Chileno registrado en la SNA allegado a Argentina fue incluido en sus registros. Vale observar que el registro en Argentina no se cerró para caballos argentinos hasta 1957.

 



Claramente el Caballo Chileno no era la misma raza de aquellas trasandinas que compartían el mismo origen, genealogía, función y cultura gaucha. Pero indudablemente fue bien recibido porque desde sus inicios existía una admiración por los valores de la raza Chilena que los criadores de Criollos querían en gran parte asumir dentro de sus propios objetivos. Era mucho más fácil obtener este progreso incluyendo en su registro caballos que ya poseían una fuerte selección genética con estos propósitos y de hecho se han beneficiado mucho de ellos.

Es por esta razón que la raza Criollo de las Américas sigue con un registro abierto a la raza del Caballo Chileno.  No solamente tenemos el registro más antiguo de Sudamérica, sino también Chile tiene la raza vaquera más antigua de todo el hemisferio norte y sur de este continente. Pero, además de la antigüedad de nuestra raza, lo que nos da más fortaleza es que desde que existe como raza registrada nunca hemos incorporado una raza ajena a los registros. Esto es algo que merece destacarse en forma categórica, porque después de haber dado este pequeño resumen de las otras razas vaqueras de América, he podido demostrar que NINGUNA de ellas puede aclamar que es una raza verdadera con un registro cerrado.

 



Sé que he recalcado este tema en muchas ocasiones y de diversas maneras, y me disculpo si hay quienes se cansan de mi insistencia. Pero si repasan mis artículos detalladamente verán que no son demasiadas las veces que he expuesto estas grandes verdades. Muchos insisten en disminuir su importancia a cambio de otros factores económicos de corto plazo que, al lado de las ventajas que nos entregaron nuestros antepasados, no tienen punto de comparación.

 



No obstante mi aparente obstinación, los estudios de mercadeo dicen que se debe presentar una idea nueva por un mínimo de siete veces antes de que ésta sea tomada en consideración. Muchas veces buenos intentos de proyectar ideas fallan, no por la calidad del argumento o su presentación, si no porque no se lograron poner suficiente veces a la vista del público al cuál iban dirigidas. Tengo que admitir que cada vez que le doy vuelta a este tema, encuentro nuevas razones para comprender más claramente que la raza del Caballo Chileno se merece, se ha ganado, se aventaja, y crece al considerarse una raza propia sin enlaces a otra, y esa es nuestra gran diferencia con los demás. No sólo es una diferencia aquí entre los países vecinos del MERCOSUR,  sino, incluso, en todo nuestro gran continente.

 



Otro principio de mercadeo dice que la mejor característica de un producto para que pueda ser incorporado exitosamente, es que sea Único.  Uno puede tratar de hacer una Coca-Cola más barata, como la Rari-Cola por ejemplo, pero probablemente sus oportunidades de mercadeo serán muy limitadas, por más económico que se trate de hacer el producto. El primer producto único fue la Coca-Cola y ellos mantienen la imagen de credibilidad de ser los primeros y no son cien por ciento imitables.

 



Entonces si vamos a velar por el Caballo Chileno y pensar que nuestro futuro más próspero está en mantener la pureza de nuestra raza dentro y fuera de nuestro país, lo que tenemos que proclamar orgullosamente, enfáticamente, repetidamente y cuantas veces podamos, es que SOMOS UNICOS. No traten de meternos en una categoría genérica llena de razas que no tuvieron la visión de ser ni la primera, ni la más pura. La simple verdad es que todas las demás razas son mucho más nuevas. Lo que también resalta es que todas son razas que no han mantenido un registro cerrado que produzca progenie de padres puros que representan exclusivamente la raza en mención. Eso es una GRAN diferencia entre el Caballo Chileno y los demás.

 



Así que cuando terminé mi última evaluación respecto del objetivo del título de mi libro, opté por lo que jamás pensé posible… ¡cambiarlo! 

Después de media década de orgullo por el nombre que le había asignado a mi obra, tuve que aceptar que no estaba priorizando lo que realmente importaba. Mi nuevo título va a enfatizar el nombre de nuestra raza, como también que es la más antigua de las razas vaqueras y la ÚNICA de ellas que es verdaderamente una raza. De la misma manera, es importante que todos olvidemos nuestras preferencias personales y demos un paso atrás para mirar objetivamente la raza caballar que tenemos en frente. Reanalicemos qué es lo que realmente distingue a nuestro caballo y anclemos sólidamente en nuestras mentes la asociación de estas ideas con al único nombre que corresponde y conviene tener… ¡CABALLO CHILENO!

 




Hasta la Próxima.

 



 


 Professional Animal Scientist

            Llevo más de cinco años escribiendo un libro en inglés sobre el Caballo Chileno. Cada día me percato más que mejorar la obra parece ser un trabajo interminable.  Cuando inicié mi libro tenía muy claro el título que quería usar. Era un nombre romántico que motivaba a la imaginación, visualizando nuestro Caballo Chileno con aperos corraleros frente a un bello panorama de la cordillera nevada de Los Andes.  Si mi libro lo hubiera escrito para el mercado nacional creo que seguiría siendo un buen título, pero desgraciadamente a veces nos enamoramos de nuestras propias creaciones y dejamos de verlas objetivamente.


Hablando con mi buena amiga, la autora Leslie Desmond, sobre consejos para mejorar las probabilidades de aceptación internacional de este libro, ella enfatizó lo mucho que le gustó el título de mi último capitulo. Traducido significa algo como, “El Secreto Mejor Guardado de Chile” y habla de lo poco que se ha difundido esta raza en el resto del mundo. A ella le intrigó ese título y me hizo ver lo positivo que era que éstos motivaran a los potenciales lectores a querer saber qué venia detrás de ellos.

 



Después de recapacitar sobre el tema y darle largas horas de pensamiento, llegué a la conclusión que lo que más destaca la raza del Caballo Chileno son dos cosas MUY importantes. Un punto es que es la raza vaquera más antigua de las Américas. Ese es un hecho que no cambiará mientras existamos como raza propia, pura y vigente, cosa que está en manos de los dirigentes que trazan nuestro futuro. El segundo punto es que somos la UNICA raza vaquera en el mundo que tiene una definición de verdadera raza, con un registro cerrado desde su formación. Creo que este hecho es menos conocido aún. No obstante, no quiero que estos datos se repitan simplemente porque alguien lo ha dicho; también se traspasa información peligrosamente errónea de esa manera. Por lo tanto, amerita que conozcamos más a fondo como son las otras razas vaqueras de nuestro continente, para tener un punto de comparación real con nuestra competencia.

 



Si analizamos las razas especializadas en vaquería en América, tenemos los Cuarto de Millas, los Paints, los Appaloosas y los Criollos. Hay otras razas que no se formaron con el propósito explicito de vaquería, sino que parte de su inventario y esfuerzos organizativos han sido dedicados a estas funciones. Éstas, como el Morgan, el Árabe, el FSI, han tenido una pequeña influencia en la historia vaquera de diversos países de América, pero sus propósitos principales han sido otros. Hay otros caballos como los “llaneros” de Colombia y Venezuela y los “chagras” de las alturas de Ecuador, que tienen un antepasado muy vinculado a la vaquería, pero no se han beneficiado de un registro formal de genealogía consistente a través de los años. Por lo tanto, no hay muchas razas registradas que se han dedicado principalmente a los propósitos de funciones ganaderas y para efectos comparativos vale la pena analizarlas en contraposición con el caso del Caballo Chileno.

 



El caballo Cuarto de Milla es la raza más numerosa en el mundo. Tiene más de 4 millones de caballos inscritos en su historial y anualmente registra alrededor de 160,000 ejemplares. Sin duda sus orígenes regresan a un tipo de caballo de la época de la colonia británica en Norteamérica que se identificaba como “Caballo de un  Cuarto de Milla”. Este nombre identificaba los caballos de los colonos que solían hacer carreras dominicales en la recta de la calle principal de pequeños pueblos a través de la costa este de Norteamérica, donde habían deforestado parte de los grandes bosques para crear sus comunidades. Inicialmente el caballo colonial de Norteamérica tenía poco de vaquero. Más bien era un caballo versátil que se usaba para jalar carruajes livianos, arar las pequeñas áreas de siembras y entretener a sus dueños con sus aptitudes de velocidad. Esa última cualidad se obtuvo al combinar las sangres de FSI, el Cob Irlandés y los ponies que intercambiaban con una tribu de nativos Chiquisaw en las Carolinas. Un FSI llamado “Matchem” contribuyó fuertemente a estos fines en esa época. Este cruce de sangres del norte de Europa, más la sangre de los caballos nativos que descendían de las importaciones Ibéricas, crearon un tipo de caballo que por años fue símbolo de la clase trabajadora y agrícola del territorio que después de 1776 sería llamado Estados Unidos de Norteamérica.

 



Eventualmente los estadounidenses expandieron su nación hacia el oeste, pero no inician las grandes ganaderías a campo abierto hasta que penetran los estados de las llanuras del oeste. Básicamente esto ocurre después que termina la guerra civil en 1865, lo cual motiva una gran ola de pioneros buscando una vida lejos del tormentoso pasado de los conflictos entre ciudadanos. Desde 1850 hasta 1890 la ganadería se desarrollaba  principalmente en campo abierto sin contenciones de ninguna naturaleza y esto requería de uso intensivo de buenos caballos vaqueros. Como el caballo colono de la clase obrera era el más usado por personas que se arriesgaban a las pericias pioneras, fue lógico que este tipo de caballo también se fuera integrando a sus nuevas labores vaqueras.

 



La selección para estos fines fue práctica y sin rigidez de pureza genealógica. Incluso, como parte del apoyo del gobierno de Estados Unidos se instalaron estaciones de remonta a través de todo el oeste, donde caballos FSI, Árabes y Morgans se facilitaban para que los rancheros pudieran mejorar sus caballerizas. Estas “mejoras” no sólo se hicieron en los caballos de los colonos del este, ya que probablemente formaron minoría entre los ejemplares que llegaron a usarse en el oeste. También se llevaron a cabo estos mestizajes con la gran cantidad de caballos cimarrones que libremente se propagaron en los territorios del oeste, los cuales colindaban con tierras inicialmente españolas (Virreinato de Nueva España) que luego se conoció como México. En esos cuarenta años de ganadería a campo abierto el caballo vaquero se fue formando con una fuerte base del caballo de origen Ibérico combinado con los genes de los caballos que descendían de la colonia Británica que traían influencias de caballos velocistas de la raza FSI. El resultado de estos cruces dio lugar a un tipo de caballo cada vez más homogéneo que eventualmente se registró como una raza formal en 1941, recibiendo el nombre de Cuarto de Milla (Quarter Horse).

 


Lo interesante para los propósitos de este artículo es que el Cuarto de Milla siempre reconoció que el cruce con FSI ayudaba aumentar la velocidad en distancias cortas, lo cuál constituía uno de los propósitos importantes de la raza. A pesar de ser un caballo vaquero, las carreras cuatreras seguían siendo un objetivo fuerte de la raza, ya que también esta velocidad inicial le ayudaba en labores de vaquería que aventajaban poder llegar rápidamente al novillo.

Aunque existió la tendencia de separar los intereses de quienes criaban Cuarto de Millas para carreras y los que enfatizaban sus virtudes vaqueras, eventualmente la raza se unió bajo una sola tutela que promocionó ambas funciones bajo el mismo registro. Hasta el día de hoy las carreras siguen siendo una faceta importante de la industria del Cuarto de Milla. Basta con decir que tienen una carrera para dos añeros con premio de dos millones de dólares (1.060 millones de pesos) cosa que no es igualable en ningún evento vaquero.

 



Debido a la fuerza de la especialización en caballos de tiro corto, la asociación nunca ha encontrado apoyo en la idea de cerrar el registro ya que una inyección de sangre FSI siempre ha ayudado a obtener más ejemplares de alta velocidad. La desgracia de este registro abierto a una raza ajena es que ha diluido las características bondadosas del caballo de origen Ibérico, como son la rusticidad, el temperamento dócil, la integridad ósea, el instinto resero, la calidad de casco y el bajo metabolismo basal que  permitía mantenerse con ingresos nutricionales mínimos.

 

El gran éxito que ha tenido la AQHA (Asoc. de Criad. de Cuarto de Millas) como representación de la raza, ha sido crear una fórmula en la cual aseguran su fortaleza económica con el volumen de sus registros. Lo anterior se ha realizado usando la versatilidad inicial de la raza y luego creando líneas de sangre dentro de ella que se han especializado en muchos eventos distintos. La selección dentro de estos propósitos funcionales y morfológicos ha creado subtipos dentro de la raza que si bien son especialistas en sus objetivos principales, lo han hecho a base de perder el tipo de caballo original que definió esta raza como vaquera. Cuando esta raza Cuarto de Milla empezó su altura variaba entre 1.48 a 1.55 y 1.50m a 1.52 era la altura ideal que se buscaba. El peso óptimo fluctuaba entre 500 a 550 kilos y lo constituían caballos con mucha definición muscular y un alto grado de flexibilidad y atletismo.

 

 

Hoy día las diversas especializaciones dentro de la raza que facilitan un alto número de inscripciones, dan lugar a animales con amplios rangos de peso y estatura.  Hay algunos ejemplares de más de 1.70 m y otros exageradamente musculosos que pesan más de 650 kilos que sólo son capaces de participar en exhibiciones morfológicas. La apertura permanente al FSI en el registro de Cuarto de Milla ha creado una variabilidad genética en el Caballo Cuarto de Milla, porque el FSI es una raza únicamente de función, sin un tipo definido. Si hay alguna similitud en los representantes del FSI es que generalmente tiene una piel muy fina, un alto requerimiento calórico, un temperamento más excitable, una alta incidencia de huesos finos y cascos con el síndrome de talón bajo. En fin, si bien son capaces de entregar una genealogía con aptitudes para velocidad, capacidad de salto, etc., también conllevan otros genes que van en detrimento de un buen caballo vaquero.

 



He hablado más detenidamente sobre el Cuarto de Milla porque esta es una “raza” que tiene mucha influencia sobre otros caballos vaqueros de Norteamérica. Los Appaloosas inicialmente eran mucho más que una raza de color ya que los nativos americanos de la tribu de Nez Perce los seleccionaron para funciones específicas que acompañaban a su particular pelaje colorido. Esta raza manchada era apreciada por los Nez Perce por su resistencia, ya que para ellos era un caballo de cacería que necesitaba galopar largas horas al lado de las manadas de bisontes de quienes ellos dependían para  sustentar su sociedad. La resistencia era importante también para dar a esta tribu mayor movilización en las inmensas llanuras del oeste en los alrededores de lo que hoy son los estados de Idaho, Oregon y Washington. Esta progresiva sociedad fue de las primeras en Norteamérica en implementar la idea de castración de potros que no consideraban para la categoría de padrillo. También sus costumbres tenían muchos juegos ecuestres donde ponían a prueba la destreza de sus ejemplares equinos sobre recorridos de largas distancias.

Claramente la conformación de los Appaloosas originales no era como el moderno Cuarto de Milla lleno de músculos abultados. Esta raza caballar manchada más bien tenía mucho mayor definición de cruz, hombros bien angulados, cascos muy resistentes, y un fenotipo de musculatura medianamente definido que también se caracterizaba por otros cinco elementos que eran propios de este raza.

Foto:
Appaloosa Horse Club
Los Appaloosas generalmente tenían una despigmentación parcial en específicas áreas de la piel como hocico, genitales y ano, que es llamado “mottling”.  Normalmente tenía una crin y cola muy rala que se le denomina “cola de ratón”. Los cascos eran rayados, con alternada pigmentación oscura y clara. El pelaje manchado es una particularidad determinada por una multitud de genes principales y otros modificadores totalmente distintos a los overos, tobianos, sabinos o salpicados. Por último, la esclárela del ojo era blanca lo cual resalta el iris como en el ojo humano, contrario a la mayoría de las razas descendientes de árabes.

 

Sería muy largo entrar en la triste historia de cómo el cacique Joseph y toda su tribu fueron capturados después de evadir por 2.080 Km. a la caballería norteamericana, que lo perseguía inútilmente en caballos finos que requerían de una dieta privilegiada y trayectos menos exigentes. Pero el hecho es que eventualmente atrapan a la tribu que estaba a punto de cruzar la frontera a Canadá para seguir su vida independiente de las amenazas del hombre blanco. El penoso resultado fue que después de la captura, esta raza caballar fue dispersada con el propósito de quitarle la identidad a la tribu, la que fue reubicada en reservaciones lejos de sus tierras ancestrales.

 



En el año 1938 un grupo de criadores motivados por un ex oficial de la caballería norteamericana se proponen recrear la raza Appaloosa, la cual ya se había mestizado con la población caballar en general y solamente se reconocía su color ya que su pureza como raza había desaparecido. Originalmente se creó una organización con un registro de Appaloosa abierto únicamente al  caballo Árabe, pero con el tiempo se incluyeron las razas del FSI y Cuarto de Milla. La idea era que teniendo estos tres contribuyentes podrían buscar la clase de genes que necesitaban para volver a crear el Appaloosa que era el orgullo del pueblo Nez Perce.

 



Inicialmente los esfuerzos fueron valiosos, porque muchos de los caballos que poseían el colorido necesario en el inventario de caballos de Norteamérica carecían de las características de calidad de la raza inicial. Poco a poco los caballos en el registro fueron acercándose más al tiraje original, pero desgraciadamente ahora su justificación racial ya no sería la caza de bisontes. Más bien el Appaloosa moderno tuvo que integrarse a las razas vaqueras de USA que competirían en eventos especializados que requerían de instinto resero y velocidad a corta distancia.

 


Foto: Appaloosa Horse Club

El hecho es que con el pasar del tiempo estos objetivos fueron popularizando el cruce con el caballo Cuarto de Milla, ya que esta raza domina las competencias vaqueras en Norteamérica. Finalmente, los objetivos visionarios se hicieron a un lado y las presiones económicas establecieron su dominio resultando una raza que conformacionalmente se vio cada día más como un Cuarto de Milla con colorido de Appaloosa.
 


Foto: Appaloosa Horse Club
Ahora sólo tres de las cinco características especificas de la raza son necesarias para inscribirse y por lo general la “cola de ratón” se ha sustituido por las colas normales  de los caballos Cuarto de Milla. En síntesis, la selección legítima del Appaloosa duró poco tiempo y los largos años de un registro abierto ha dejado entrar una gran variabilidad de genes. Desafortunadamente, la selección comercial ha sido para un caballo que imita las especialidades variadas de otra raza que tampoco es pura en su genética ni tampoco en su linaje.

 

En 1941 en California se empezó un registro de caballos pintos, ya que este color de pelaje tenía cierta popularidad en el mercado norteamericano. El problema que tuvieron éste y posteriores asociaciones de registros de colores, es que no llevaban ningún tipo homogéneo de conformación y por lo tanto había una gran discrepancia de aptitudes funcionales. Los vaqueros de USA vieron la necesidad de hacer un registro con el pelaje pinto pero con el fenotipo y la función del caballo Cuarto de Milla. Fue con ese propósito de registrar un Cuarto de Milla pintado (esta capa no se aceptaba como registro para la raza Cuarto de Milla) que nació el American Paint Stock Horse of America (APSHA) en 1962.

La organización de esta raza siempre dejó en claro que seria de registro abierto. Sus objetivos se definieron en los de otra raza, por lo tanto hay que reconocer que siempre estará aligada a los Cuarto de Millas. Incluso las reglamentaciones de la raza Cuarto de Milla que ha limitado el registro de ciertos caballos producto de dos padres registrados en su raza, pero que poseían excesiva cantidad de pelaje blanco en su cuerpo, ha hecho que la Asociación Americana de Caballos Vaqueros Pintados (Paint), incluya ciertos ejemplares que son pura sangre Cuarto de Milla en su registro.

 

Debido a la clara asociación con otra raza desde sus comienzos, no necesito decir mucho más respecto de ella, ya que todo lo que he dicho del historial del Cuarto de Milla se aplica a la raza “Paint”. Esta raza se especializa en vaquería y es la única raza, fuera del Cuarto de Milla, que ha ganado el NRHA Futurity en disciplina de rienda. También hay ejemplares que participan en los otros eventos vaqueros y como espejo de la AQHA también han desarrollado


 Caballo Paint de  morfología  


Caballo Paint 
para aparta  

Fotos: American Paint Stock Horse Association

las carreras de corta distancia dentro de las funciones que promueven. El hecho es que imita claramente al Cuarto de Milla, que es una “raza” de registro abierto que cada día tiene menos definido su tipo y genealogía; por lo que pareciera que esta raza pintada tendrá similares virtudes y debilidades en su organización.


 Caballo Paint de  morfología  


Caballo Paint 
para aparta  

Fotos: American Paint Stock Horse Association

las carreras de corta distancia dentro de las funciones que promueven. El hecho es que imita claramente al Cuarto de Milla, que es una “raza” de registro abierto que cada día tiene menos definido su tipo y genealogía; por lo que pareciera que esta raza pintada tendrá similares virtudes y debilidades en su organización.

El autor se reserva todos los derechos de copia y/o reproducción total o parcial de este artículo, lo que sólo se podrá realizar con su consentimiento previo.
This e-mail address is being protected from spam bots, you need JavaScript enabled to view it
http://chileanhorse.blogspot.com
www.chileanhorse.com

 
< Prev   Next >